dimarts, 21 de febrer del 2012

Globalización vs. Políticas Económicas Nacionales: ¿quién gana la partida?


En la presente entrada trataré una publicación, de la revista Análisis Económico, de Carlos Gómez Chiñas, profesor e investigador del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana de Azcapotzalco, en México. Con esta publicación trata de explicar la relación entre la globalización y las políticas económicas, cómo ésta afecta a las políticas económicas, y si éstas todavía pueden garantizar el crecimiento económico, la estabilidad de precios, una mejor distribución de los ingresos y un mayor nivel de empleo.

El autor, tras presentar opiniones y definiciones diferentes de la globalización, y presentar algunos componentes de esta, a saber, el comercio internacional (participación creciente del comercio exterior con relación al PIB) donde aparecen algunas oportunidades para los países en desarrollo, la inversión extranjera directa (inversión en empresas extranjeras para la transferencia de capitales privados hacia otros países), y los mercados de capitales (diversificación de activos financieros), pasa a tratar el tema principal del paper

Así pues, entrando ya en materia, se pueden resumir las ideas principales del estudio. La globalización implica la interdependencia de las economías, lo que supone que cualquier problema en una economía regional se pueda extender a todo el mundo, aumentando el riesgo de la creación de crisis como la actual. La integración económica mundial marca sus propias reglas en términos de políticas económicas, que sin tener en cuenta objetivos de desarrollo de los países individualmente, reducen el margen de actuación estos. De esta manera crecen más rápido las variables económicas internacionales que las nacionales. Así, aunque la globalización integre la economía, por otra parte desintegra la sociedad. La globalización, aunque incrementa la posibilidad de mejorar el bienestar de la sociedad gracias al libre mercado y el libre acceso al conocimiento e información, provoca desigualdades. Esto se puede explicar porque todas aquellas zonas que no se suman a la lógica global, esto es, los países en vías de desarrollo y sus poblaciones, que consumen básicamente bienes de primera necesidad y no tienen un acceso a estas oportunidades de mejora, quedan desplazados del sistema global, creando zonas de pobreza, mientras otras zonas se enriquecen. Además, cabe tener en cuenta que un mercado libre implica la competencia de todos entre todos, lo que provoca que aquellos con dificultades para promoverse queden marginados.
En este sentido, los estados ven disminuida su autonomía para aplicar sus políticas económicas, y políticas nacionales en general, que ahora funcionan según la inercia de las normas del mercado económico mundial, ya que cualquier actuación independiente podría desestabilizar el sistema macroeconómico. De esta manera, los estados han perdido en parte su capacidad de actuación, especialmente en política fiscal, y como consecuencia tienen menos capacidad de solucionar problemas como el desempleo o la falta de equidad.

Finalmente, lo que plantea el autor es que se necesita un cambio en el planteamiento de la política económica en un mundo globalizado. 

Poniendo esto en relación con la teoría tratada en la asignatura, se puede destacar que el autor se aproxima a la tesis transformacionalista de entender la globalización. Es decir, los estados están sufriendo una pérdida de autonomía y capacidad a la hora de actuar sobre su territorio, ya que sus políticas están fuertemente ligadas a las normas del sistema económico mundial. Además, también se puede destacar que reafirma la idea de Milanovic sobre las desigualdades, a saber, en el siglo XXI las probabilidades de mejora de las condiciones de vida de los individuos está determinada básicamente por el estado de procedencia. Por tanto, estos estados pueden ser los que forman parte de las zonas que quedan desplazadas del sistema global a causa de su falta de desarrollo.


Para ejemplificar y apoyar los argumentos de Carlos Gómez, he creído conveniente establecer una comparación con la situación actual de la economía mundial y, en especial, de la situación que estamos viviendo en la Unión Europea.

En primer lugar, la crisis económica i financiera actual iniciada en 2008 en Estados Unidos. Aunque en el estallido de la crisis han intervenido muchos factores y en cada país se ha agravado por características específicas de este, el principal factor, y uno de los que menciona Carlos Gómez, es el nivel tan elevado de flujos de capital y la creciente volatilidad de estos. Así pues, a causa de la interdependencia económica mundial, el surgimiento de una crisis económica en un país, junto con el alto riesgo de otros a padecer una crisis similar, se extendió a lo largo del planeta, afectando así a la mayor parte de los países.

En segundo lugar, creo que es interesante comparar la pérdida de control de los estados sobre sus políticas nacionales, y en especial sobre la política económica, mencionada por el autor, con la situación y la relación de la Unión Europea y la Comunidad Económica Europea con los estados que forman parte de ellas. La Unión Europea, aunque es una institución formada por los diversos estados que se sumaron a ella, se ha creado su propia organización con sus propias instituciones. Como consecuencia, ha adquirido sus propias preferencias e intereses, además de poder. Cualquiera que tenga curiosidad puede informarse de sus intervenciones, y es que actualmente la Unión Europea tiene cada vez más competencias, regula y legisla sobre más ámbitos, y aunque encontremos ámbitos que sean competencia de los gobiernos nacionales puede llegar a tener un poder informal de influencia sobre las decisiones a tomar. Por tanto, nos encontramos con una institución supranacional, junto con la Comunidad Económica Europea, que está adquiriendo cada vez más capacidad de actuación sobre las políticas de los gobiernos nacionales, reduciendo la discrecionalidad de estos para actuar sobre las características específicas de su territorio. Un ejemplo clarificador de ello es la situación actual con Grecia, Portugal o España. Estos tres países, delante de una situación de elevado déficit público, tasas elevadas de desempleo, etcétera, se están viendo obligados a aplicar, entre otras, políticas de contención del gasto público. En el caso de Grecia, como es sabido, la situación es más extrema.

Los intereses por parte de la Unión Europea y de la Comunidad Económica Europea de actuar de esta manera están también relacionados con el paper comentado anteriormente, y es que si todos los países que forman parte de ella progresan, su economía progresará. Pero si un país, como por ejemplo Grecia, está al borde de la quiebra, puede arrastrar al resto, creando así una situación de riesgo muy elevada.


Visto esto, creo que tendríamos que plantearnos hasta qué punto la globalización (económica) es algo positivo, sobretodo en relación a las desigualdades sociales alrededor del planeta, plantearnos hasta qué punto somos capaces de permitir que muchas personas se mueran de hambre para que el resto pueda enriquecerse. Quizás la interdependencia económica no sea el sistema más apropiado para hacer frente a los problemas de equidad, y si realmente lo es, todavía no hemos encontrado la manera de aprovechar estos beneficios.  



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